Nathan Clay Brummel
Mas diréis: ¿Por qué? Porque Jehová ha atestiguado entre ti y la mujer de tu juventud, contra la cual has sido desleal, siendo ella tu compañera, y la mujer de tu pacto. ¿No hizo él uno, habiendo en él abundancia de espíritu? ¿Y por qué uno? Porque buscaba una descendencia para Dios. Guardaos, pues, en vuestro espíritu, y no seáis desleales para con la mujer de vuestra juventud. Porque Jehová Dios de Israel ha dicho que él aborrece el repudio, y al que cubre de iniquidad su vestido, dijo Jehová de los ejércitos. Guardaos, pues, en vuestro espíritu, y no seáis desleales.
. –Malaquías 2:14-16
Los esposos pecadores necesitan ser sanados por el Gran Médico.
Debido al pecado, los esposos cristianos sufren de forma natural un caso severo de escoliosis espiritual. La escoliosis es una curvatura distorsionada en la columna vertebral. Para enderezar la postura, aliviar el dolor y fortalecer la espalda, los doctores colocan varillas de acero en la espalda del paciente por medio de la cirugía.
Piénsalo de esta forma. Los esposos tienden de manera natural a doblar y distorsionar su relación con sus esposas. El Gran Médico practica la cirugía en los hombres cristianos advirtiéndoles en contra del divorcio. El aborrecimiento de Dios por el divorcio y la prohibición a los maridos de ser infieles con las esposas de su juventud es como el acero. Dios fortalece los huesos de la espalda de los esposos de manera que, como su Dios, aborrezcan el divorcio. De esta forma, Dios evita muchos dolores a los esposos.
Si tienes escoliosis y no puedes acceder a la cirugía, sufres. Pero si Dios por medio de su Palabra te fortalece en tu compromiso con tu esposa, experimentaras un matrimonio fuerte y grandes bendiciones.
Desde el principio, quiero mostrarte que la Escritura no solo habla acerca de los hombres como esposos, sino también como padres. Dios explica por qué une a un esposo y esposa creyentes en una carne. Es porque busca «una descendencia para Dios». La intención normal de Dios es proveer de una simiente piadosa. ¿Que qué debes hacer como padre si quieres ser un padre fiel y piadoso para tus hijos? ¡No seas desleal con la mujer de tu juventud!
No seas desleal con la mujer de tu juventud
No seas desleal con la mujer de tu juventud como lo fueron los hombres judíos después de la cautividad de babilonia, o como muchos hombres lo son hoy. Dios estaba enfadado con los hombres judíos de más edad que se divorciaban de sus esposas para casarse con una «esposa trofeo», con una mujer más joven y sensual.
Existen dos formas en las que un esposo y una esposa pueden vivir juntos en comunidad. La primera es el orden del pacto. Consiste en la fidelidad con los votos hacia el cónyuge. Consiste en el compromiso con las promesas que se hicieron. El tejido mismo de una familia fuerte es el amor y compromiso del esposo y la esposa. El esposo y la esposa experimentan shalom, paz y una condición de bendición cuando son fieles el uno al otro.
Lo opuesto al orden del pacto es el desorden del egoísmo y la auto-indulgencia. En un matrimonio en el que existe este desorden, el espíritu de cumplir los compromisos se ve reemplazado por el hedonismo. El esposo solo piensa en sí mismo y en su éxito. Cree que su esposa existe para su propia felicidad. Ni siquiera se imagina que amar a su esposa es amarse a sí mismo.
Los hombres judíos se sentían atrapados por una esposa que envejecía y no les resultaba excitante, y querían escapar. Había mujeres jóvenes y atractivas disponibles a su alrededor. Éstas no eran jóvenes del pacto, pero eran más atractivas física y sexualmente. Hoy día, si un hombre tiene éxito en los negocios se siente frenado por el compromiso con su esposa. Quiere dormir con su secretaria. Cree que la plenitud se encuentra en la pseudo libertad de la auto-indulgencia, así que le dice a su esposa que quiere el divorcio porque ya no la ama. Halla todo tipo de problemas en ella. Al principio no le dice nada acerca de la otra mujer que está en su vida.
El divorcio es una preocupación común en nuestra sociedad. Uno de los pecados más grandes de la vida social en Norteamérica es el divorcio. En 1920 había un divorcio por cada siete matrimonios. En 1940, había un divorcio por cada seis matrimonios. Al llegar a 1960, había un divorcio por cada cuatro matrimonios. En 1972 existía un divorcio por cada tres matrimonios, y en 1977 ¡las estadísticas habían aumentado a un divorcio por cada dos matrimonios! Solo en este año, hubo más de un millón de divorcios en E.E.U.U. En gran parte de esos divorcios había personas que se habían divorciado más de una vez.
El divorcio priva a los hijos del entorno de un hogar estable, y con frecuencia lleva a patrones de vida auto-destructivos. La gran mayoría de los niños en los tribunales juveniles y de los adultos en las prisiones provienen de hogares rotos.
¡En qué chiste se ha convertido el que los norteamericanos, e incluso los evangélicos, entreguen un anillo de compromiso de diamantes a una novia! Los diamantes se anuncian con el slogan «los diamantes son para siempre». Eso es lo que Dios quiere que sea el matrimonio: «hasta que la muerte nos separe». ¡Qué contraste con la brevedad del 50 por ciento de los matrimonios en Norteamérica!
Dios acusa con severidad a los maridos judíos al describir su deslealtad y traición. Utiliza un lenguaje incriminatorio que enfatiza la gran ofensa de divorciarse de la mujer de la juventud. Llama a la esposa «la mujer de tu juventud». La mujer se entregó a su esposo en el florecer de su juventud. Entregó a su esposo los mejores años de su vida. Le entregó su cuerpo. Dio a luz a sus hijos y los educó. Se sacrificó para proveerle con comida en la mesa. Fue la compañera de ese hombre judío, una socia y una amiga. Levantó a su esposo cuando estuvo deprimido. Le amó y se comprometió a Él. Pero ahora que la esposa es mayor, ha perdido su figura y tiene unas cuantas arrugas, el esposo judío la desecha. Este esposo es considerado un traidor por Dios, porque se ha vuelto en contra de aquella con la que debería estar comprometido en amor de por vida.
Los líderes espirituales en el antiguo Judá empoderaban a estos malvados esposos. Los sacerdotes eran permisivos acerca del divorcio y los nuevos matrimonios. James Boice dice:
La actitud permisiva de los sacerdotes hacia el divorcio y sus propios malos ejemplos contribuyeron en gran medida al clima moral disoluto de los días de Malaquías. Y los ministros hacen lo mismo hoy, incluso en los así llamados círculos evangélicos. Son una parte importante del problema.
Añade: «Acuso a los ministros evangélicos de ser parte de la quiebra en nuestra moral matrimonial nacional». Boice está en lo correcto. Hay una justa indignación en la tierra e ira divina en el cielo por causa de cómo los ministros cristianos dan su apoyo a divorcios antibíblicos y matrimonios ilícitos. Los ministros de Cristo y los ancianos no son fieles a la hora de ejercer las llaves del reino para disciplinar a los esposos o esposas que incorrectamente se divorcian de sus esposas y luego entran en nuevos matrimonios ilícitos. Los matrimonios del pacto no están siendo protegidos. Los impíos no están siendo advertidos a volverse de sus impíos caminos. Dios juzgará.
Malaquías escribió esta profecía durante la segunda residencia de Nehemías en Jerusalén. En ese momento, Nehemías necesitaba reprender la infidelidad marital de los sacerdotes. En Nehemías 13:28, el gobernador menciona el caso de un nieto del sumo sacerdote que se casó con la hija de Sanbalat el horonita. Este era un matrimonio mezclado ¡que involucraba al nieto del sumo sacerdote! Nehemías nos dice cómo expulsó a este individuo por contaminar el oficio sacerdotal.
Estos esposos judíos se cubrían de iniquidad como un vestido. La seriedad con la que Dios ve el divorcio es expresada por Malaquías en el versículo 16, ya que iguala el divorcio con la iniquidad: «y al que cubre de iniquidad su vestido, dijo Jehová de los ejércitos» (Mal 2:16). El divorcio es lo mismo que atacar a alguien. Daña a las esposas y a los hijos.
Se fiel amando como Cristo
El Apóstol Pablo exhorta a los esposos cristianos: «Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella» (Ef 5:25). ¡Nos enseña que la mejor analogía para cómo un esposo ha de amar a su esposa es la cruz! ¡Es una correlación radical! Es muy diferente de cómo muchos hombres ven el matrimonio en el día de hoy. Hoy día, los esposos pecadores piensan que el amor es lujuria. Aman a su esposa mientras la deseen. Pero el verdadero amor de un esposo, según enseña la Biblia, es una búsqueda dolorosa, abnegada y sacrificial del bienestar de su esposa. El verdadero amor es opuesto a que un esposo permita que el trabajo engulla cada vez más y más tiempo de modo que su esposa se vea descuidada.
El verdadero amor significa que, como líder del hogar, un esposo puede tener que confrontar a su esposa si una carrera está engullendo cada vez más energía y tiempo, haciendo que el matrimonio desfallezca.
Tener un verdadero amor por tu esposa significa que, cuando llegas a casa por la noche, pasas tiempo con ella. Hoy en día hay demasiados programas de televisión y hobbies que dominan un tiempo precioso que debería ser para la familia. El tiempo en familia se convierte entonces en un esposo viendo la televisión o leyendo un libro. Con la llegada de los iPads y iPhones, los esposos y esposas necesitan proteger y desarrollar su relación marital apartando estos artefactos electrónicos. Amar a tu esposa significa que pasas tiempo comunicándote con ella y amándola.
Un matrimonio amoroso es aquel en el que amas a tu esposa amando a tus hijos. Estás interesado en ellos y en conocerlos. Los disciplinas. Juegas con ellos.
El antiguo puritano Thomas Watson escribió: «Un hombre no se mantiene casto teniendo una esposa, sino amando a su esposa».
Guarda tu espíritu
Dios no solo aborrece el acto del divorcio o el de volverse a casar, sino que aborrece el pensamiento del mismo. Es por eso que Dios ordena «Guardaos, pues, en vuestro espíritu, y no seáis desleales para con la mujer de vuestra juventud» (Mal 2:15b). Dios considera el divorcio algo tan serio que repite lo que dice acerca del espíritu del esposo: «Guardaos, pues, en vuestro espíritu, y no seáis desleales» (Mal 2:16). Dios está diciendo a los esposos que guarden su vida de pensamientos.
Guárdate de una vida de pensamientos que viola tu matrimonio. Dios tiene acceso a tus pensamientos; Él lee cada uno de ellos. Tus pensamientos puede que estén ocultos a los hombres, pero son vistos por Dios. El autor de Hebreos afirma: «Antes bien todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta» (Heb 4:13).
Dios se toma en serio los pecados de tu pensamiento. El Señor Jesús enseñó que el hombre que mira a una mujer con lujuria había cometido adulterio ya con ella en su corazón. Dios se enoja cuando los esposos son infieles en sus pensamientos. Quizás eres un joven recientemente que trabaja con una joven atractiva y dejas tu mente deslizarse con las posibilidades que habrían estado abiertas a ti si fueras soltero. Este tipo de pensamientos enojan a Dios. Él se enfada de que no estés contento con la maravillosa mujer que te dio por esposa, alguien que no te mereces. Quizás dos parejas de casados han comenzado a disfrutar la compañía de los otros. El problema es que uno de los esposos comienza a anhelar esas tardes por la atracción física hacia la esposa del otro hombre. Los cristianos pueden hacer cosas muy extrañas para justificar los pensamientos adúlteros. Un esposo puede imaginar que su esposa está muerta para poder consentirse las fantasías.
Guarda tu espíritu de forma que estés contento con la esposa cristiana dada por Dios, quien es un maravilloso regalo de gracia. Jugar con pensamientos de adulterio sigue siendo adulterio.
No solo debes guardar tu espíritu de pensamientos adúlteros, sino que también debes guardar tu espíritu de pensamientos amargos y faltos de misericordia. Has de ser siempre rápido a la hora de perdonar a tu esposa y mirar más allá de sus debilidades, apreciando sus fortalezas.
Considera que los pensamientos pecaminosos son un enemigo. Al Martin compara esto con los días del Salvaje Oeste, cuando dos pistoleros se enfrentaban el uno al otro en la calle principal. Es necesario que luchemos contra los pensamientos pecaminosos y los consideremos como un enemigo que ha salido a atraparnos. Hemos de contraatacar. En ocasiones incluso es necesario que huyamos.
Reconoce las situaciones familiares que causan tensión entre tú y tu esposa, y haz algo. Martín Lutero y su esposa luchaban contra un problema bastante moderno en su matrimonio. Después de un día predicando, aleccionando y hablando con los estudiantes, Lutero quería dejarse caer en una silla y hundirse en un libro. Pero Katie, que pasaba el día con niños, animales y sirvientes, quería hablar con un igual. Tan pronto como Lutero se hundía en su cómoda silla, ella empezaba: «Herr Doktor, ¿es hermano del duque el primer ministro de Prusia?». «Toda mi vida es paciencia», decía Lutero «he de tener paciencia con el papa, los herejes, mi familia y Katie». ¿No le suena esto familiar al esposo que está ocupado con el trabajo, y a su esposa, que está casada con el mundo de los niños? Los hombres necesitan su relajación mental y las esposas su estímulo mental. Trabaja esto para que el diablo no gane ventaja.
La razón por la que debes aborrecer el divorcio
Debes aborrecer el divorcio precisamente porque el diablo lo ama. No hay nada que dé a los demonios razones para celebrar tanto como la ruptura de un matrimonio del pacto. Saben cuán destructivo puede ser esto para los hijos del pacto. Los hijos pierden a un padre o madre que puede instruirles diariamente en la Palabra y modelar la piedad para ellos. En ocasiones significa el final del aprendizaje escolar cristiano.
La mayor razón por la que debes aborrecer el divorcio es porque Dios lo hace. Debemos odiar el mal que Dios odia. En el Antiguo Testamento, Dios nunca revela amor por el divorcio. Nunca lo aprueba. En lugar de eso, dice claramente que lo aborrece. Esa palabra significa que tiene un aborrecimiento infinito y justo por el divorcio. Dios dice «Porque Jehová Dios de Israel ha dicho que él aborrece el repudio» (Mal 2:16), Esto suena extraño a los oídos modernos. Hoy día son muchos los ministros a los que no les gusta el divorcio, pero están reconciliados con él. Dios solo da una excepción para el divorcio: en caso del adulterio de un cónyuge, un divorcio legal es legítimo. Pero Dios ciertamente aborrece los males que llevan incluso a un divorcio justo como este.
Dios aborrece el divorcio porque el divorcio quebranta la fe. Viola los estándares de la verdad. Dios es el Dios de la verdad y el fiel Dios del pacto. Él es testigo de los votos de un esposo y una esposa. Romper un voto matrimonial es convertir en mentira tus votos originales. Es romper tu palabra. Cuando hiciste tus votos matrimoniales, los hiciste en la presencia de Dios, y llamaste a Dios a ser un testigo de que guardarías tu promesa y de que merecerías juicio si no lo hacías.
La ira de Dios se aviva contra el divorcio porque el matrimonio es un pacto. El matrimonio no está enraizado en las arenas inestables de la satisfacción emocional, sino en el lecho de roca del compromiso pactual. Dios dice: «siendo ella tu compañera, y la mujer de tu pacto» (Mal 2:14). Dios, el Juez de todos, une legalmente a un hombre y su esposa en el pacto de un matrimonio. Dios da a todo hombre su esposa, y a toda esposa su esposo. Él es quien los pronuncia marido y mujer.
La ira de Dios se enciende contra el divorcio porque es un intento de separar lo que Dios ha unido. Dios toma a dos personas y hace de ellas una sola carne. Jesús dijo: «por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre».
Dios aborrece el divorcio porque hace daño a los que se ven envueltos en él. El divorcio deja cicatrices que nunca sanan. Es dañino para la sociedad, pero lo es más para los esposos, esposas e hijos. Las personas que se divorcian no quieren admitir esta verdad; pero todos los hijos de un divorcio reciben daños. Toda esposa que se divorcia recibe daños. Cuando un cónyuge piadoso decide divorciarse de un adúltero o adúltera impenitente, al esposo piadoso le duele la necesidad del divorcio. No es responsable del quebrantamiento que sigue al divorcio pero, aun así, el resultado es tristeza, daños y dolor. Las víctimas de un divorcio necesitan consuelo, sanidad, amor y apoyo.
Dios aborrece el divorcio porque ama a las esposas e hijos del pacto.
Finalmente, aborrece el divorcio porque Él creó el matrimonio para ilustrar la más bendita de todas las relaciones espirituales, el matrimonio entre Cristo y la iglesia. Todos los matrimonios han de reflejar este vínculo de amor entre Cristo y su novia.
La bendición de la fidelidad
Una relación vital entre el esposo y su Dios se desvanecerá en la esterilidad y el estancamiento cuando un hombre trata deslealmente a su esposa. El esposo puede pensar: «¿Qué tiene que ver mi matrimonio con mi vida de oración y mi cercanía a Dios?» La Biblia dice que, si un esposo no trata a su mujer con ternura, como un vaso más frágil, Dios no escuchará sus oraciones. Los subproductos de la desobediencia son las disciplinas. Que las consecuencias del divorcio sirvan como advertencia. Piensa en el tormento de las personas que han pasado por un divorcio. Piensa en el trauma de los juicios que rodean a la custodia de los hijos. Mira a ese niño con el corazón roto, que está durante la semana con mamá y el fin de semana con papá. ¡Los estudios dicen que un divorcio es más traumático y estresante para una esposa que la muerte de su esposo! El hombre sabio, al hablar de los resultados de la fornicación o el adulterio, dice lo siguiente acerca de la mujer que seduce: «Por lo cual su casa está inclinada a la muerte, y sus veredas hacia los muertos».
La bendición no es el subproducto de apuntar a tu propia felicidad egoísta. Dios no solo quiere que seas feliz, quiere que seas feliz en el camino de santidad. La bendición siempre es el subproducto de la obediencia a la ley de Dios. El camino de bendición es el del contentamiento y el compromiso.
Uno de los subproductos de la obediencia es la relación de amor entre un esposo fiel y su esposa. En Malaquías 2:14, la palabra hebrea «compañera» significa una amiga cercana con la que se comparten intereses. En el corazón de un matrimonio del pacto está la amistad y el compañerismo. ¡Qué bendición es cuando un esposo y una esposa que están comprometidos mutuamente de por vida, pueden tener una amistad que florecen mientras crecen y maduran en una intimidad cada vez más rica más completa y bendita!
El subproducto final de la obediencia es la bendición de la simiente piadosa. El hombre que teme al Señor y anda en piedad puede buscar la bendición de una descendencia piadosa. Dios bendice a los padres fieles como higueras. Dios salva a los hijos del pacto por medio de los padres piadosos que muestran compromiso y amor y quienes enseñan a sus hijos acerca de Cristo.
Las bendiciones de Dios no se cuentan en términos de éxito mundano, riqueza o gratificación emocional o sexual. Lo que cuenta son bendiciones como vivir en una comunión piadosa con Dios, con nuestro cónyuge y nuestros hijos. Que no te engañen. El camino a la felicidad es el de guardar tus votos matrimoniales desde el día de tu matrimonio hasta el día de tu muerte. Entre estos dos puntos habrá pruebas y triunfos, desacuerdos y unidad, tristezas y gozos. Pero por medio de todo puedes experimentar la bendición de Dios conforme caminas en fidelidad.