Capitulo 8: Esposa, sujétate a tu esposo con gozo

Nathan Clay Brummel

Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor; porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su Salvador. Así que, como la iglesia está sujeta a Cristo, así también las casadas lo estén a sus maridos en todo.

. –Efesios 5:22-24

Tradicionalmente, la sección del libro de Efesios donde encontramos las enseñanzas de Pablo sobre el matrimonio se ha llamado «Ephesian Haustafel». Estas palabras en alemán significan «tabla del hogar». Martín Lutero dio este nombre a esa sección hace 500 años. En ella, Pablo da las tablas de las obligaciones del hogar para los esposos, esposas, hijos y siervos. En este capítulo veremos la «tabla del hogar» para las esposas.

Es asombroso cómo el tiempo cambia y los siglos se suceden, pero la naturaleza humana continúa igual: pecadora. Ese es el porqué de que Juan Calvino, hace tantos años, escribiera lo siguiente:

Pero lo que se ve más comúnmente es que los hombres tienen un trato tosco con sus esposas, y piensan en ganarlas por medio de un comportamiento atemorizante, de forma que no dudan en magullar sus cuerpos y en algunas ocasiones hacen fluir su sangre. Son verdugos que hacen de las vidas de sus esposas un infierno; y alegan la superioridad que Dios les da.

Calvino añadió: «Y esposos y esposas acaban siendo perros y gatos que se muerden el uno al otro». Afirma que las esposas tienen su «almacén de excusas» sobre por qué no tienen que someterse: «Porque con frecuencia los esposos son irritables y pendencieros, teniendo poca consideración por lo que Dios les ha llamado a hacer». Ya que la naturaleza humana no cambia, hoy en día encontramos la misma clase de actitudes y actos en el matrimonio. Las esposas luchan contra sus esposos por salirse con la suya. Los esposos actúan como animales. ¿Qué tiene que decir la Palabra de Dios a los esposos y esposas?

El apóstol Pablo da un gran mandamiento al esposo cristiano: ama a tu esposa como Cristo amó a la iglesia. También le da una exhortación principal a la esposa cristiana: ama a tu esposo sometiéndote a su liderazgo dado por Dios.

Esposa, sujétate con gozo a tu esposo

La exposición de Efesios 5:22-24 ha de realizarse con cuidado. Pablo da la siguiente exhortación a las mujeres cristianas: «Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor» (Ef 5:22). Este pasaje ha de ser explicado cuidadosamente, no porque no esté claro, sino porque es un asunto sensible. Las palabras y el lenguaje son simples y directos. El apóstol Pablo dice que existe un orden dado por Dios en la relación matrimonial. Utiliza la palabra «sujetarse», que es algo incendiario en la cultura occidental influenciada por el feminismo secular. Corremos el riesgo de ser vilipendiado y acusados de patriarcales si enseñamos lo que la Biblia dice acerca de la sujeción de las esposas del pacto.

Las verdades de este texto han sido pervertidas y abusadas por maridos pecadores. Bill Cosby dijo que demasiados hombres de color estaban abusando de sus esposas y no enseñando a sus hijos. Este problema no se limite a las personas de color. Muchos hombres blancos también abusan de su autoridad. Existen esposos que ordenan a sus esposas como el Rajá de Delhi, lo cual da como resultado mujeres inseguras y dominadas que temen salir con algún amigo sin el permiso de su esposo. Aun así, el que los esposos hayan sido dominantes y hayan pervertido la Palabra de Dios, no es motivo para desecharla.

Desde la caída, las esposas han tenido un deseo pecaminoso por dominar a sus esposos. La caída introdujo distorsiones en la relación entre esposos y esposas. El liderazgo amoroso del esposo se vio relacionado por la dominación y la pasividad. La sujeción inteligente y voluntaria se ve reemplazada por la usurpación y el servilismo.

Lo que la sujeción de una esposa no es

Lo que la Biblia enseña acerca de la sujeción de la esposa con frecuencia se representa mal y es caricaturizado. Hoy día, hablar de «sujeción» se toma como sinónimo a hablar de «opresión», «subyugación» y «dominación». Sin embargo, la sumisión de la esposa no implica una desigualdad espiritual. Ambos sexos son iguales a los ojos de Dios. Ambos llevan la imagen de Dios. Son iguales en dones espirituales. Varón y mujer son uno en Cristo Jesús (Gal 3:28). La Biblia enseña que existe una «igualdad ordenada» en la que no hay superioridad o inferioridad de esencia o valor.

La sujeción no significa una obediencia esclavizada. No significa una esposa silenciosa cuyas ideas no importan y que simplemente obedece a su esposo.

Lo que la sujeción de una esposa es

Pablo dice: «Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor». La palabra «sujetas» quiere decir lo que dice. Sujetarse es ceder el gobierno o la autoridad. Una esposa ha de estar sujeta a las decisiones lícitas de su esposo. Un hijo se sujeta a sus padres y les obedece. Es cierto que en el versículo 22 la palabra «sujetas» no aparece en el griego. La palabra se asume del versículo 21, que dice: «Someteos unos a otros en el temor del Señor». Algunos toman este versículo y lo emplean para vaciar los versículos siguientes de contenido. Afirman que en el matrimonio la sumisión es mutua. Punto. Es cierto que todos los creyentes han de mostrar una sumisión mutua cuando un hermano les trae una palabra de Dios. Pero está claro que Pablo continúa diciendo que las esposas han de someterse a sus esposos de una forma especial en que los esposos no se someten a sus esposas.

La palabra «sujeta» se encuentra explícitamente en el versículo 24: «Así que, como la iglesia está sujeta a Cristo, así también las casadas lo estén a sus maridos en todo». Pablo ofrece tres ejemplos de sujeción: la de las esposas a sus propios esposos, la de los hijos a sus padres, y la de los esclavos a sus amos. Este pasaje no está diciendo que la sujeción sea idéntica en cada uno de los casos. Las esposas no son hijos. Los hijos no son empleados. Pero las tres relaciones tienen esto en común: cada una de ellas implica sujeción.

Una esposa que tenga un corazón sumiso reconoce la autoridad final de su esposo en su matrimonio. Mientras las cosas van bien en su matrimonio, no es tan difícil para la esposa cristiana sujetarse a su esposo. Puede seguir su voluntad y sabio liderazgo con agrado. Cuando no está de acuerdo con él y surge el conflicto, al final se sujeta a su esposo en todas las cosas que sean lícitas. En ocasiones una esposa debe obedecer conscientemente a su esposo. En un matrimonio amoroso, un esposo ama a su esposa como forma de vida y su esposa cae en buenos patrones de poner primero la voluntad de su esposo. El esposo inconscientemente piensa en lo que su esposa necesita. Está dispuesto a sacrificarse por ella y ella está dispuesta a sujetarse a él.

Este es el patrón de Dios para un matrimonio bendito.

Dios hizo a la esposa para complementar y ayudar a su esposo en su llamado. Una esposa se sujeta mientras evita esculpir una vida separada de su esposo. Vive con él y para él.

Pablo habla de sujeción de la esposa a su «propio» esposo. Se sujeta a aquel con quien eligió casarse. Él le pertenece solo a ella. Esto es un incentivo para sujetarse a él. No tiene que sujetarse a los esposos de otras mujeres.

La esposa cristiana se sujeta a su esposo en todas las cosas lícitas. La estipulación de «lícito» implica que tan pronto como su esposo quiera hacer algo contrario a cualquier de los mandamientos de Dios, ella obedece a Dios antes que a su esposo. Si su esposo está intentando mostrar liderazgo de una forma pecaminosa, la esposa cristiana hará responsable a su esposo. Si no se arrepiente después de que ella le llame la atención, ella ha de traer un testigo, y si todavía no se arrepiente, llevará el asunto a la iglesia. La esposa cristiana ama a Cristo por encima de todo. No negará a Cristo por un falso amor por su esposo, obedeciendo mandatos ilícitos de él o empoderándolo en su impiedad. Bendito es el esposo cristiano que tiene una esposa que le haga rendir cuentas por su doctrina y su vida.

Pablo dice que las esposas cristianas que se someten están modelando la sumisión de la iglesia a Cristo. Por la gracia de Dios, la iglesia reconoce que Jesús es su cabeza y voluntariamente se somete a su amoroso gobierno.

El liderazgo amoroso como el que Cristo provee a la iglesia es lo que las esposas cristianas quieren de sus esposos. Escuchamos de los voceros de la liberación de las mujeres que lo que éstas quieren es tener la misma autoridad en el hogar. Pero la mujer cristiana no quiere a un hombre al que le pueda dar órdenes. Quiere a un esposo que sea como Cristo: un líder. Quiere a un esposo con un liderazgo amoroso al que ella pueda responder. A veces una esposa cristiana puede luchar por salirse con la suya, pero, en el fondo, quiere a un esposo que la gobierne a ella y a su casa con gentileza y amor.

Pablo habla de la extensión de la sumisión de la esposa. Ha de sujetarse a su esposo «en todo». Esto significa en todas las cosas que sean lícitas.

La obediencia de una esposa debe ser una sujeción voluntaria. A ninguna mujer se le exige aceptar la proposición de matrimonio de ningún hombre; sin embargo, una vez ella acepta de forma voluntaria la propuesta de un hombre y recita sus votos matrimoniales, acepta el liderazgo de su nuevo esposo. La joven que está teniendo citas ha de preguntarse: «¿Es este joven con el que estoy saliendo un hombre en quien pueda confiar para ser un líder piadoso y espiritual?».

Por qué las esposas se sujetan

Las esposas han de sujetarse a sus esposos porque los esposos son las cabezas designadas por Dios. En su amor hacia las esposas, siendo consciente de que el cuidado de los hijos descansa sobre la esposa, a Dios le ha placido no sobrecargarlas. Por tanto, colocó la responsabilidad final de la casa sobre los hombros del esposo, de acuerdo con las dotes de su creación.

Las feministas defienden que la idea de «cabeza» no es la de una autoridad, sino que solo se refiere a una fuente. Quieren reinterpretar el obvio significado del liderazgo del esposo. Pero el Dr. Wayne Grudem, en un cuidadoso estudio de 2.336 ocurrencias de la palabra «kephale» (o «cabeza» en el griego clásico, llega a esta conclusión: «No se encontraron ocurrencias en las que “kephale” tuviese el significado de “fuente” u “origen”».

La palabra «cabeza» significa «autoridad». La analogía es el liderazgo de Jesús sobre la iglesia. Hoy día «cabeza» tiene una clara connotación en inglés. La cabeza de una corporación o universidad es el líder con autoridad. «Cabeza» también significa oficio, autoridad, responsabilidad y liderazgo. Tal y como Dios coloca ancianos o presidentes en su oficio, también lo hace con los esposos. Dietritch Bonhoeffer escribió lo siguiente:

La dignidad que se adscribe al hombre no descansa en las capacidades o cualidades propias, sino en el oficio que se le confiere por su matrimonio. La esposa debería ver al esposo como alguien revestido en esta dignidad.

Como cabeza, el esposo tiene la responsabilidad delante de Dios por su familia. En mayo de 1943, Dietrich Bonhoeffer escribió su famoso «Sermón de matrimonio desde la celda de una prisión» a su íntimo amigo Eberhard Bethge y su novia Renate Schleicher. Hacia el final del mismo escribió:

Pero para Él, es él quien es responsable por su esposa, por su matrimonio y por su hogar. Sobre él recae el cuidado y protección de la familia; él la representa al mundo exterior; él es su pilar y bienestar; él es el amo de la casa, el que exhorta, castiga, ayuda y consuela, y está en pie ante ella delante de Dios.

El esposo es llamado a un amoroso liderazgo en su hogar. No es un matón para su esposa. No hay lugar para la tiranía en el hogar. Cuando un esposo toma decisiones difíciles, debería hacerlo con el consejo completo de su esposa.

Cuando una esposa se somete a su esposo, finalmente se está sometiendo al liderazgo de Cristo en su hogar. Al sujetarse a su esposo, honra al Señor. Lo que hace que la obediencia sea más fácil para la esposa es que se le pide rendir esta obediencia «como al Señor». Esto no significa, como algunos chauvinistas lo han interpretado, que las esposas han de tratar a sus esposos como al Señor. Más bien su sumisión es un deber que deben al Señor, esto es, parte de su obediencia a Jesús es sujetarse a sus esposos.

La bendición de la sujeción

La esposa cristiana se ve elevada y enriquecida en su sujeción. No hay nada degradante o deshumanizante en una «igualdad ordenada» en la relación matrimonial. No existe nada degradante en unos hijos que obedecen voluntariamente a sus padres. Existe una igualdad esencial entre esposo y esposa, y, sin embargo, hay un orden: la línea de autoridad que Dios ha decretado. Los niños no son inferiores a sus padres, pero Dios los coloca bajo autoridad parental por su bien.

El reconocimiento del liderazgo del esposo es clave para una elevación del matrimonio. Cuando un esposo proporciona un liderazgo fuerte, moral y amoroso, la personalidad de su esposa no se verá anulada más de lo que lo es por el liderazgo de Jesús. ¿Por qué ha de luchar o esforzarse en contra de un esposo que está dispuesto a morir por ella?

Pero ¿qué sucede si un esposo no está proporcionando el liderazgo piadoso en los devocionales familiares o en la vida de su iglesia? ¿Qué sucede si un esposo está centrado en sí mismo en el hogar? ¿Qué sucede si ejerce su peso en el hogar y no es sensible acerca de las necesidades de su esposa? ¿Debe una esposa sujetarse a su esposo si él no ama como Cristo?

Solamente porque alguien peque, eso no nos libera de nuestras responsabilidades hacia él. Un esposo que tiene a una esposa rebelde es responsable ante Dios por amarla de forma sacrificial. Una esposa que tiene un esposo egoísta sigue siendo responsable ante Dios de sujetarse a su gobierno en todas las cosas lícitas.

El esposo o la esposa no deben utilizar el pecado de su pareja para excusarse de su propio pecado. Nunca hay excusas para el pecado. Una esposa ha de someterse a su esposo incluso si no es amoroso. Solamente puede hacer esto dispuesta y gozosamente por el poder de Cristo.

Una esposa puede honrar el liderazgo de su esposo a la vez que sigue confrontándole acerca de su pecado. Puede estar del lado de Cristo en contra de su esposo con un espíritu humilde y amoroso.

Los corazones de los cristianos se extienden hacia las esposas casadas con hombres difíciles. Cada día puede estar lleno de enormes tensiones. Una esposa solo puede vivir en una situación así por medio de la gracia de Dios.

Ed Wheat tiene un capítulo en su libro sobre el matrimonio titulado, «How to Save Your Marriage Alone» (Cómo salvar tu matrimonio solo). El problema es que cuando un esposo no es amoroso, la esposa piensa: «no me voy a someter si él no ama». Wheat escribe acerca de cómo hemos de vivir una vida bíblica y obediente a pesar de la desobediencia de la otra persona. El apóstol Pablo no dio su mandamiento a sujetarse de forma contingente a los actos del esposo. Su mandamiento es absoluto: «estén sujetas». Conforme la esposa se sujeta en todas las cosas lícitas, puede tener una conciencia clara ante Dios.

Al sujetarse a tu esposo como al Señor, no estarás tentada a dejarle porque seas infeliz. No amenazarás con marcharte. Divorciarte de tu esposa sin base bíblica es el acto de rebelión más radical. Al sujetarte a tu esposo, reconoces que estás comprometida con él. Comprometida con él, trabajas en sujetarte a él y resolver el conflicto matrimonial.

En un matrimonio en el que el esposo ama a su esposa y la esposa se somete a su esposo hay paz y gozo. Un hogar en el que dos personas piensan que son la cabeza es una invitación al caos y al conflicto. Pero un hogar dónde el patrón de Dios para el matrimonio se sigue, es un hogar en el que los niños pueden crecer en una atmósfera de mutuo amor y respeto.

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